domingo, octubre 05, 2008

Fantasmas



Y esta vida que era mi vida ya no lo es más. Los paseos que eran nuestros paseos ya no lo son más. Y las risas, todas esa risas bellas y felices ya no existen más, quedan atrás por la ausencia de tu voluntad en el pasado y la inexistencia de la mía en el ahora.

Escribí hace mucho que no se trataba de dolor sino de vacío y hoy lo creo más que nunca. Es mirarte y pensar que simple pero dolorosamente se perdió, que ya todo se perdió, porque me siento incapaz de reconstruir. ¿Cómo se vive con fantasmas? Yo no quiero hacerlo, no puedo hacerlo, me duele hacerlo.

Sigo sin saber cómo se sobrevive a esta clase de pérdida, cómo se supera este dolor, pues ni el pasar del tiempo parece mitigarlo en verdad. Es cierto, cada día es un poco menos, pero continúa ahí presente, clavado en el escondite que construyó en mi corazón y si no puedo encontrarlo cómo sacarlo, cómo hacerlo desaparecer. Supongo entonces que siempre va a estar ahí, que de alguna manera estoy marcada de por vida, que un dolor así deja huellas que ni el tiempo se puede llevar porque no hay forma de borrarlas. Y miro esa vida que ya no es más mi vida y lloro porque pese a todo, que era una inmensidad, era una vida feliz, era una vida cómplice, era una vida llena de risas.

Pero esa vida ya no es mi vida, esos paseos ya no son nuestros paseos, esas risas ya no son nuestras risas y simplemente no puedo entender por qué arriesgar esa vida, esos paseos y esas risas. Por qué arriesgaste esa vida, esos paseos y esas risas, que eran nuestras, que eran felices, que eran cómplices. ¿Con qué derecho pusiste en riesgo mi felicidad?

Y miro el brillo de mis ojos en las fotos de la ignorancia y siento que algo de eso se perdió, que el dolor hace la mirada más opaca. Dime, por favor, por qué motivo pusiste en riesgo mi felicidad, que también era tuya, que era nuestra.

imagen: Musée Rodin, agosto 2007.