viernes, diciembre 29, 2006

Todos vamos a ser James Bond


Me llegó un mail desde La Plata, Argentina, que dice: "que termine bien el año y empiece mejor aun el 007".

Y entonces me di cuenta: el próximo año todos somos James Bond, todos subimos de categoría y lo hicimos porque hubo muertes (interpretación simbólica por favor), dos muertes que nos hicieron grandes y mejores. Y todos vamos a usar nuestra "licencia para matar" para acabar con lo malo, lo feo, lo negativo.

Todos vamos a ser James Bond y la fortuna nos va a sonreír. No por nada el remake de Casino Royale es la más popular de todas las cintas de la saga. No por nada el martini está de vuelta desde hace varios meses ya (aunque ahora sea con vodka). No por nada lo pasé tan bien viendo esa película.

Habrá que practicar el nuevo mantra entonces: "Mi nombre es Bond, James Bond".

Cheers!

jueves, diciembre 28, 2006

10 cosas que amo de Baires


Esta es una lista que comencé a hacer hace mucho rato ya, pero como mi tiempo frente a un pc con internet estaba en Baires limitado por mis ingresos, nunca tuve la plata para sentarme durante horas a divagar y escribir lo que quería. Hasta ahora.

1) Sus edificios: caminar por Baires es una de las mejores cosas que le puede pasar a un ser humano. La ciudad completa te sonríe y siempre tiene alguna esquina reservada para que te sorprendas con un edificio demasiado bello para ser verdad. Los que más me gustan son los que parecen haber sido cortados a lo largo, dejando sus costados con superficies lisas y unas mini ventanitas que se asoman. Parecen de juguete y eso me fascina.

2) Su cartelera de estrenos: mi película favorita del año (Nadie sabe, Dare mo shiranai de Hirokazu Koreeda) la vi en el cine Cosmos, de calle Corrientes. Para alguien que viene de un país como Chile, donde las joyitas del cine mundial se pillan más en dvd que en fílmico, esta bella y muy nutrida cartelera de estrenos es lo mejor.

3) Calle Corrientes: mi mayor acto de liberación del año consistió en caminar por Corrientes escuchando música. Hay algo casi místico en acercarse al Obelisco lentamente, con el vaivén propio de quien va caminando. La 9 de Julio se da a conocer de forma coqueta y sólo cuando se llega a ella desde Corrientes se produce ese fenómeno especial donde parece que la ciudad se reorganiza desde cero partiendo desde ese lugar. En ese preciso instante Buenos Aires me pertenece a mí y a nadie más.

4) Las palabras: aunque el tono de voz con el que hablan los locales se maneja en varios decibeles más de los que estoy acostumbrada, simplemente adoro su manera de hablar. Porque la piscina es pileta, la polera es remera, el refrigerador es heladera, el metro es subte y el closet es placard. Mi palabra favorita sin duda alguna: cho-lu-lo, básicamente porque el gossip nunca se escuchó mejor.

5) Las pastas (frescas): sí, ok, el ítem comida podía incluir las 4 categorías siguientes, pero resulta un buen ejercicio detenerse en cada detalle. Las pastas acá son el paraíso y le permitieron a esta joven sobrevivir 4 meses sin comer chocolates (por la manda hecha para obtener el Corfo). La vida entera es más fácil y bonita si de comida rápida consiste en gnoquis de papa o ravioles rellenos con ricota y verduras.

6) Las aguas: con 40 grados C de sensación térmica y 75% de humedad consumir líquido pasa a ser fundamental, pero cuando hablamos de aguas saborizadas con limón, lima, pomelo, naranja, manzana y durazno, entonces beberlas es necesario para ser feliz. Lejos mi top one Villa del sur de manzana, seguida por Ser naranja/durazno y Nestlé de pomelo. Si hasta el gas puede desaparecer sin que nadie lo extrañe.

7) Los quesos: los en crema y los sólidos, en láminas o en trozo, todos, pero todos competían unos con otros para ser los más ricos y todos ganaban al mismo tiempo, justo cuando estaban en mis galletas, mi pan o directamente en mi boca.

8) La tienda de Arcor (a.k.a. otra razón para amar Corrientes): si se soñó alguna vez con ganar el ticket mágico de los chocolates de Willy Wonka para conocer su fábrica, entrar a la tienda de Arcor que está casi al llegar al Obelisco está muy cerca de ser lo mismo. Justo al fondo se ubican unos cajones de vidrio transparente que llegan hasta el techo (y más allá), repletos de gomitas, dulces y chocolates.

9) Las tormentas eléctricas: entro a comprar algo y cuando salgo llueve a cántaros. Llueve y llueve y la ciudad sigue funcionando, con las gotas gigantes cayendo, con la gente esperando que pase escondida debajo de los balcones, con los relámpagos centellando y los truenos rugiendo. De lujo.

10) El Amante Escuela: mi pequeño refugio individual/intelectual, el lugar con los tipos más piolas y las chicas más divinas del planeta, películas por millones y más dvds de los que se pueden ver en esta vida.

Qué más se puede pedir?