martes, marzo 21, 2006

Y quedan dos semanas de pega


Menos en verdad, porque sólo tengo nueve días de trabajo por delante y éste ya va por la mitad.

Es extraño porque cuando llegué a trabajar a este lugar venía por poco tiempo, era suerte de plan de apoyo al triste periodo que vendría por terminar con mi ex y sin embargo en total cumpliré un año y cuatro meses de labores. En estos días mi jefa decide quién será mi reemplazo y no puedo evitar tener penita por marcharme.

No sé si alguna vez hablé de mi jefa, pero es una gran persona. Topísima como me gusta decir. Con ella no sólo he aprendido un montón sobre el mundo de la comunicación estratégica sino que además he credido harto como ser humano. Suena cursi, lo sé, pero me da lo mismo. Es tan bueno cuando encuentras jefes que la llevan porque son capaces de verte más allá de las circunstancias. Tendrán que comprender, yo suelo ser una mujer muy eficiente, escribo bien, soy matea en cuanto a investigar se trata pero me resulta imposible llegar temprano. Entonces mi jefa se adapta a eso y yo llego media hora más tarde pero me voy media hora después y así de simple. Además, vivir con el sobrino implica una serie de ajustes que a veces no manejas (si no llega la nana, si el jovencillo en cuestión decide huir pilucho por la casa porque no se quiere vestir para ir al jardín, si no hay nana en lo absoluto) y que si bien no afectan tu trabajo si complican tu horario. Sumarle a eso un jefe poco comprensivo sería brutal.

Y no ha sido sólo eso, están también mis jaquecas, mis huidas a baires para ver a mi novio, mis funciones de prensa, mis ayudantías. Hay miles de cosas y más, y no hay problema, hay sólo retos menores.

Y está también el diseñador de mi oficina, que debe ser uno de los hombres más tiernos del mundo entero. Los préstamos de música, de películas, los datos de ropa y las miles de paleteadas para regalar discos más lindos o enviar una invitación de cumpleaños producida.

Para mi cumpleaños me regalaron una maleta preciosa y un té de toffe demasiado rico para ser verdad. Tuve una celebración bella-bella con desayuno rico y natural, y cuando cumplí un año en la pega me llevaron a almorzar al Magnolia porque me moría por conocerlo. Sólo gestos bellos, de parte de dos personas absolutamente bellas.

Entonces, aunque soy feliz porque al menos por una semana podré despertarme un poco más tarde (la siguiente me encontrará en baires levantándome tempranito para las clases de cine), pensar que sólo quedan dos semanas acá es muy triste. Es triste porque quedan miles de proyectos y comunicados por armar, porque mi compañerita nueva es en verdad un amor y nos llevamos de lujo, porque la vida en estos lados va a seguir y ya no seré parte de ella.

Cuando entré a periodismo jamás pensé terminaría trabajando en comunicaciones y sin embargo ahora estoy increíblemente contenta de haber pasado por este lugar.Voy a extrañarlos mucho, mucho-mucho.

1 comentario:

Claullitriche dijo...

Guinacito linda... eres un solcito que va llevando luz por donde pasa... parte de la magia del trabajo que dejas era tu presencia, seguro, y los nuevos mundos que vayas descubriendo los irás iluminando de igual manera.
Ánimo con el último "bout de souffle", con la despedida,con la pronta partida...
love you!