domingo, septiembre 14, 2008

Eso de la confianza



No voy a citar a la RAE porque me estoy poniendo repetitiva, pero he estado pensado mucho en lo que implica la posibilidad del perdón y creo que existe un problema metodológico grave. Al menos para mí.

Todos me dicen que no hay que tratar de entender lo que pasó -principalmente porque se supone que hay cosas que pasan no más, lo que ya me complica porque ¿acaso no somos seres de voluntad?-, sino de aceptarlo. Tengo que aceptar algo que no entiendo porque simplemente pasó, como pasan muchas cosas y a partir de esa constatación tratar de buscar en mí la posibilidad del perdón para que la rabia, la decepción, el asco y el odio me abandonen.

Pero si no entiendo lo que pasó, cómo aceptarlo? Digo, eso es básicamente un acto de fe y fe es una palabra que viene del latín fides, que significa "confiar", y cómo confiar en algo que simplemente pasó, que no puede ser explicado sino que sólo puede ser aceptado. Primer problema entonces (sin contar el asunto de la voluntad antes expuesto), es que se trata de un acto de fe y yo no soy una persona religiosa, entonces no puedo encontrar en mi interior cristiano la fuerza que me permite creer porque no hay en mí un interior cristiano. Segundo problema, para mí la confianza es una construcción sólida que se realiza en el tiempo, pero también una de las cosas más frágiles que existen, porque es demasiado fácil destruirla. Entonces, cómo confiar en el otro basándose en un acto de fe? O lo que es más contingente: ¿cómo confiar de nuevo en aquel que traicionó nuestra confianza basándose sólo en un acto de fe?

Se puede argumentar que la confianza puede volver a ser ganada (aunque para muchos es una copa que una vez que se quebró por más pegamento que se use las marcas van a quedar ahí para siempre), pero el simple hecho de permitirle al otro el intento de volver a construir esa confianza implica el acto de fe de creer que es posible, que lo va a conseguir, de otra manera no se entiende tanto masoquismo. Entonces, en algún momento voy a tener que confiar, confiar en la persona que hizo esta cosa horrible que no se puede entender -porque en parte tampoco parece poder ser explicada-, y que sólo puedo aceptar que ocurrió.

Y me pasa que así como descubrí en otro un lado que no me gustó y terminó por romperme el corazón, esta semana encuentro en mí una faceta más oscura de lo que jamás pensé: no creo que existe en mí la facultad de perdonar(lo). Y esa es una constatación que ni siquiera por derivarse de un problema metodológico me deja tranquila.


Imagen: Musée Rodin, agosto 2007.

4 comentarios:

Jorge López G. dijo...

Ser incapaz de perdonar puede ser algo incluso más doloroso, porque entonces sólo nos queda la esperanza de que en algún momento olvidaremos, y no sólo olvidar el hecho en si, sino que olvidar el dolor, que puede ser tanto más lento.

Nadie dijo que sería fácil, de todas formas.

Un gran abrazo.

Bárbara dijo...

Preciosa,

Entiendo lo que planteas, pero lamentablemente, te olvidas de algo: la fe es un don, un regalo -y ojo que yo soy la persona menos creyente y espiritual de este mundo- ...es decir, si sientes que no tienes esa fe que permitiría generar el perdón, está bien, y no es tu culpa que así sea, del mismo modo que no es tu culpa no tener aquello que solamente puedes conseguir si se te regala.
La buena noticia es que quizá con las vueltas de la vida, en algún momento inesperado, te llegue ese regalo.
Por el momento, enfócate en tí misma, en tu bienestar y tu felicidad. Personalmente -y a lo mejor equivocadamente- creo que noi la fe ni el perdón tienen que ver con eso.
Te quiero un montón!

markín dijo...

Difícil situación, y a la vez quimérica.

El uso y abuso de confianza, va supeditado a las consecuencias. Si uno hace algo, es responsable de lo que venga. Entonces hay culpa.

Uno sabe, que el perdón queda en el otro, en ese caso, se somete a la voluntad de otro, en este caso de ti.

Ahí es donde importas tú, donde decides tú, si hay valor en el otro, más allá de la pasión que se deja detrás.

Teniendo en cuenta, que pasar de esto, no nos libra de volver a pasar ello.

Nuestra actitud para con la vida, es lo que prevalece.

Chau.

M dijo...

Ni me atrevería a intervenir, pero considerando la discusión teórica, creo que en el perdón también hay voluntad, Y como tal, tú misma puedes decidir si lo quieres dar(y claro que puede tomar tiempo y esfuerzo). Nunca hay obligación, eso sí, una idea que también se vincula a mi modo de ver con la voluntad. Es por elección.